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martes, 7 de julio de 2020

Su última aventura quijotesca

“Y todavía estaría entreteniéndonos con sus fabulosas creaciones si no hubiera ido a la Argentina, cuando ocurrió el terremoto de San Juan, dejándose llevar por un impulso irresistible de su corazón generoso ….. envuelto en el vértigo de su última aventura quijotesca”.

Con estas palabras cierra Rafael Frontaura el capítulo en que se refiere a mi tío abuelo Alberto Cumplido Ducos en su libro: “Trasnochadas, anecdotario del teatro y la noche santiaguina” (*)

El 15 de enero de 1944, a eso de las nueve de la noche,  la ciudad argentina de San Juan sufrió un sismo de 7,4 grados en la escala de Richter que causo la muerte de más de diez mil personas y ocasionó daños que hicieron desaparecer la ciudad casi por completo.

Imágenes de la ciudad de San Juan, Argentina, después del terremoto de 1944.


Inmediatamente producido el terremoto, el Gobierno de Chile encabezado por su Presidente Juan Antonio Rios ofreció ayuda, la que el presidente argentino general Pedro Pablo Ramírez acepto; estableciéndose un puente aéreo entre Santiago y Mendoza.

El día 20 de enero se dispuso la salida de dos aviones bimotores Lockheed Lodestar C-60, pertenecientes a la línea aérea LAN que harían re abastecimiento en el aeródromo de El Plumerillo en Mendoza para continuar posteriormente a San Juan.

Al mando de una de las aeronaves, la Lodestar matrícula 503 de LAN,  estaban el comandante Eduardo Lazo Preuss, y el copiloto Eduardo von Bischoffshausen, e integraban también la tripulación el mecánico Fernando Mella Ulloa y Dora Koeppen Maisan "Mucky", la primera azafata en la historia de la aviación chilena, quienes estaban conscientes de la responsabilidad que se les encomendaba.

Al momento que el equipo de tripulantes se aprestaba a subir al avión, se le comunicó a "Mucky" que por disposición superior debía ceder su puesto al consejero de la empresa Alberto Cumplido Ducos, quedando ella en el Aeropuerto de Los Cerrillos viendo como ambos bimotores enfilaban hacia la cordillera con rumbo a la Argentina, sin comprender que el destino había querido cambiar su suerte.

Dora Koeppen "Mucky" (al centro), la primera azafata de LAN.

El primero de los aviones de LAN cumplió con su plan de vuelo y llego a San Juan, previa escala en Mendoza, con la ayuda enviada por el Gobierno chileno.

La segunda aeronave en la que viajaba Alberto Cumplido hizo también escala en el aeródromo de El Plumerillo en Mendoza, donde parte de la ayuda solidaria fue descargada para ser enviada a los hospitales mendocinos que estaban abarrotados recibiendo a un gran número de heridos sanjuaninos.

Antes de emprender vuelo nuevamente rumbo a San Juan, abordaron el avión un equipo de sanidad argentino compuesto por los médicos Ernesto Vicente Ponce y Hugo Bardiani; los enfermeros, cabo Eduardo Caicedo y soldado Frenando Fernandez; las enfermeras Angela Medina y Argentina Zarate; y las voluntarias de la Cruz Roja, Maria Josefina Ghiglione y Blanca Clermont.

A eso de las 19.00 horas, el avión levantó vuelo desde Aeródromo de El Plumerillo, pero al momento del despegue y mientras la aeronave tomaba altura la rotura de las cuerdas tensoras que fijaban la carga hizo que esta se desestibara lo que produjo que el avión se precipitara a tierra y se incendiara, provocando la muerte de todos sus ocupantes.

Lockheed Lodestar C-60 de la Linea Aérea Nacional LAN.

El accidente causo un hondo pesar tanto en Chile como en Argentina. Los 12 féretros fueron colocados juntos en una improvisada capilla ardiente en el cementerio mendocino donde una multitud  despidió  a los ocupantes del avión que sacrificaron la vida en aras de la amistad y solidaridad entre ambas naciones.

Sus nombres aun se recuerdan en algunas calles de San Juan bautizadas en su honor, y en una placa conmemorativa que se encuentra en un monolito en el aeropuerto mendocino de El Plumerillo.

Los restos mortales de los chilenos fueron posteriormente repatriados en otro avion Lockheed Lodestar y los de Alberto Cumplido Ducos, que tenia 44 años al momento del accidente,  fueron sepultados en el mausoleo familiar del Cementerio Católico de Santiago.

Casi cuarenta años después mi tía abuela Julia Cumplido Ducos -hermana de Alberto- con la intención de desocupar algunos nichos en el mausoleo de la familia, solicitó que se hicieran algunas reducciones de los restos de algunos difuntos, para generar espacio para futuras sepultaciones.

Grande fue la sorpresa al momento de abrir el féretro donde descansaban los de Alberto Cumplido, ya que en su interior no había ningún resto humano y el ataúd se encontraba lleno de pesadas piedras.

Probablemente lo que ocurrió es que con la caída del avión y su posterior incendio fue prácticamente  imposible encontrar, y menos aún reconocer, los cuerpos de los fallecidos, por lo que las autoridades argentinas decidieron hacer un velatorio simbólico con féretros vacíos en algunos casos, hecho del que la familia Cumplido en Chile nunca se entero.

jueves, 25 de junio de 2020

Batata en mi patio de juegos

Un lamentable hecho noticioso ocurrido recientemente me trajo a la memoria una anécdota que me tocó presenciar en compañía de mi hermano Ricardo, y donde uno de los protagonistas es justamente la persona que fue motivo de esta triste noticia.  

La historia es la siguiente:
Mis padres adquirieron un terreno al fondo de una calle sin salida llamada Teruel en la comuna de Las Condes, donde a partir de 1965 comenzaron muy lentamente, en la medida que los recursos económicos lo permitían, a construir la que sería su casa definitiva y a la que nos fuimos a vivir cuatro años después.

Nuestro hogar colindaba por el lado oriente con una enorme casa/quinta de unos 5.000 metros cuadrados de terreno, de esas antiguas propiedades de Avenida Cristóbal Colon, tan comunes en la época, y que fueron lentamente desapareciendo con el auge inmobiliario de los años 80.

Me imagino que por lo grande y costosos de mantener tan enorme terreno, los propietarios de la casa/quinta habían instalado un cierre de malla gallinero que aislaba aproximadamente un tercio de la propiedad, de manera que ellos ocupaban con su casa y jardín los dos tercios restantes que daban hacia el frente de la propiedad.

Nuestra casa daba justamente hacia el tercio de terreno desocupado, el que se transformó en un patio de juegos para mi y los amigos del barrio, que accedíamos a él por una higuera que creció en dicho terreno de la que una de sus ramas, que justamente  daba hacia mi casa, nos facilitaba saltar la pandereta para ingresar al sitio eriazo.

Pasábamos horas enteras jugando en ese terreno, donde entre muchas cosas hicimos una improvisada canchita de fútbol, construíamos pequeñas chozas con palos y ramas a las que pomposamente bautizábamos como “Club” y protagonizábamos batallas campales con los muchachos del pasaje vecino que también tenia acceso al terreno.

Ya a fines de los años 70 la casa/quinta fue vendida a una empresa constructora que levanto allí dos edificios de departamentos de 16 pisos cada uno.

Sobre el tercio final de la propiedad, en lo que fuera nuestro patio de juegos, el proyecto inmobiliario considero un bello jardín con piscina, acompañado de una cancha de tenis, la que podíamos ver perfectamente desde la ventana de mi dormitorio.

Vista actual de la cancha de tenis desde el dormitorio de mi casa 
(Con mucho mas vegetación que en los tiempos de esta historia).

Comenzó entonces a ser habitual, sobre todo los fines de semana, que los nuevos vecinos del condominio comenzaran desde muy temprano a jugar, o en algunos casos intentar jugar, al tenis en la flamante cancha.

Un día me asomo a la ventana de mi dormitorio, y quede sorprendido por el altísimo nivel de tenis que demostraban tener dos jugadores que en ese momento ocupaban las instalaciones deportivas.

De espaldas a mí, jugaba un joven, calculo en ese momento no más de un año mayor que yo, es decir de 21 años aproximadamente quien con potencia lanzaba fuertes golpes a su contrincante. Al fondo recibía con una exquisita técnica un señor de unos 40 años,  a quien por la distancia aun no lograba reconocer.

De vez en vez, el señor daba algunas instrucciones al joven, lo que me hizo suponer inicialmente que se trataba de algún profesor con su aventajado alumno, lo que por otra parte se contradecía por la técnica y sorprendente calidad del joven jugador.

Después de un largo rato de juego, al que no le quitamos la vista mi hermano y yo, los dos jugadores recogieron sus cosas y caminaron hacia la puerta de salida del recinto que esta a no mas de 6 o 7 metros de donde nosotros los observábamos.

Fue en ese momento que reconocimos a los dos extraordinarios jugadores, el señor era el ex tenista profesional y entrenador chileno Patricio Rodriguez, quien después supimos, vivía en uno de los departamentos de los nuevos edificios vecinos.

Quien lo acompañaba esa mañana en la cancha era  ni mas ni menos que el jugador numero cuatro del ranking mundial, el argentino Jose Luis Clerc, a quien Pato Rodriguez entrenaba en esos años.

No podíamos creer que el mismísimo "Batata" Clerc, uno de los top five del mundo y el mejor tenista sudamericano del momento, estuviese jugando apenas a 25 metros de mi casa en lo que fue por años nuestro propio patio de juegos.

 Jose Luis Clerc junto su técnico Patricio Rodriguez

La lamentable noticia que me hizo recordar esta increíble historia que les cuento, es que el pasado martes 23 de junio de 2020, el destacado tenista y técnico Patricio Rodríguez, falleció a los 81 años de edad en la ciudad de Miami.

martes, 26 de mayo de 2020

Georg W. Quentin Kogelen y Margarete Elisabeth Wechennesen

Mis Heptabuelo:

En el articulo anterior, les mencione sobre uno de los hijos de mi octabuelo Georg Quentin Bartels, me refiero a quien fue mi heptabuelo Georg Wilhelm QUENTIN KOGELEN.

Georg Wilhelm fue bautizado en la ciudad de Göttingen, Alemania el 6 de noviembre de 1677.
Fue el octavo hijo de Georg Quentin Bartels y el segundo de Margarete Kogelen.

Georg Wilhelm de entonces 25 años de edad, se caso el 24 de abril de 1703 con Margarete Elisabeth WECHENNESEN de 21 años, ya que ella nació en 1682.

Calle del casco histórico de Gottingen,  con vista a las torres de la Iglesia de St. Johannis

En el libro de la Iglesia se le nombra  a Georg Wilhelm como “Distinguido ciudadano y tenedor de las  cuentas de la Iglesia”,  por lo que  puedo  suponer  que  se  dedico  a algo relacionado con asuntos legales como su padre, o posiblemente en algo vinculado a la contabilidad.

Georg Wilhelm y Margarete Elisabeth fueron padres de ocho hijos:
Margarete Juliane (1704-1722); GeorgWilhelm (1705-1707); Katharina Elisabeth (1708-¿?); Georg Heinrich (1710-1740); Johann Wilhelm (1711-1776), mi hexabuelo; Johann Georg (1714-¿?);  Gottfried Heinrich (1715-1800) y Johann Cristoph (1717-1731).

Margarete Elisabeth fallece a los 40 años de edad junto con su hija mayor Margarete Juliane de 18 años por razones que desconozco, y ambas fueron sepultadas en Göttingen el 12 de febrero de 1722.

12 años después de la muerte de su primera  mujer, Georg Wilhelm se  volvio a casar  a los 57 años de edad  el 7 de noviembre de 1734 con Katharina Elisabeth Knüppeln, originaria de Dransfeld, pequeña ciudad distante a unos 7 kilómetros de Göttingen.

En este segundo matrimonio, Georg Wilhelm fue padre de cuatro hijos:
Margarete Katherina (1735-¿?); Rosine Engel (1739-1742); Johann Christian (1742-1743) y Johanne Rosine Katherina (1746-¿?).

Georg Wilhelm fallece en Göttingen el 10 de abril de 1761 a los 83 años de edad,

Su segunda mujer Katharina Elisabeth  lo sobrevive todavía  21 años mas y fallece también en Göttingen  el 22 de noviembre de 1782.

domingo, 10 de mayo de 2020

Georg Quentin Bartels y Margarete Kogelen

Mis Octabuelos:

En marzo recién pasado, escribí un breve articulo sobre uno de mis nonabuelos, Nikolaus Quentin y su mujer Katharina Bartels.
Hoy les relato sobre uno de sus hijos, mi octabuelo Georg Quentin Bartels.

Georg QUENTIN BARTELS fue bautizado en la ciudad de Göttingen, del actual estado de Baja Sajonia, Alemania, el 27 de agosto de 1637.

Edificio del Ayuntamiento en Göttingen que data del año 1270.

Fue Administrador de Justicia Patrimonial de la ciudad de Göttingen, ademas de asesor del gobierno local, por lo que recibía un pago de 30 Taler anuales (*), según consta en el libro de cámara del gobierno.

Georg se casa por primera vez a los 26 años, el 23 de febrero de 1664 con Judith Katharina Hüttemans, quien  al momento  del matrimonio  tenia  19 años.

Fueron padres de seis hijos:  

Justus Georg (1665- 1719);  Katharina Elisabeth (1667-1668); Margarethe Elisabeth (1669-1686); Ortia Elisabeth (1670-¿?);   Dorothea Elisabeth (¿?-¿?)  y  Katharina Marie (1673-¿?).

Judith Hüttemans  fallece a los 30 años de edad el 18 de abril de 1675, y fue sepultada en la ciudad de Göttingen.

Apenas siete meses después del fallecimiento de su primera mujer, Georg con 38 años se casa por segunda vez el 18 de noviembre de 1675 con Margarete KOGELEN (mi octabuela), de 28 años de edad y que había nacido en 1647.

La pareja fueron padres de tres hijos: 

Katharina  Margarete (1676-1676); Georg Wilhelm (1677-1761), mi heptabuelo y Margarete Elisabeth (1680-¿?).

El matrimonio permanece junto por 30 años hasta que Georg enviuda por segunda vez, al fallecer Margarete en Göttingen el 13 de noviembre de 1705 a los 58 años de edad.

Ya de 69 años de edad Georg  se casa por tercera vez el 6 de enero de 1707 con Anna Elisabeth Ratenberg, viuda del Pastor Mattias Wandcelers procedente de la ciudad de Hildesheim.

El matrimonio solo duraría 7 meses porque Georg  fallece en su casa de la calle Rotenstrasse en Göttingen, el 2 de agosto de 1707.

Mural del interior del antiguo Ayuntamiento de Göttingen, que muestra en escena a un Administrador de Justicia, al acusado y el demandante.


(*) Taler o Talero fue una antigua moneda de plata utilizada en Alemania, cuyo peso promedio era de unos 30 gramos.

Desde el punto de vista lingüístico el Tolar Esloveno y el Dolar proceden de la misma raíz.

miércoles, 15 de abril de 2020

Enrique Cumplido Ducos

Alférez Enrique Cumplido Ducos

Benigno Enrique CUMPLIDO DUCOS nació en Santiago, la madrugada del 10 de octubre de 1902, en la casa de sus padres en el 531 de calle Herrera del barrio Yungay (*).
Fue el sexto hijo de mis bisabuelos Luis Arturo Cumplido Sanchez y Rosa Ducos Ramos.

Su educación escolar las realizo primero en el Liceo Miguel Luis Amunategui, en lo que se llamaban en aquellos años las preparatorias, y posteriormente las humanidades o educación secundaria en la Academia de Humanidades de avenida Recoleta. 

En 1920, con 17 años de edad ingreso al curso de Alférez  de la Escuela Militar, dando inició así a la carrera profesional dentro del Ejercito de Chile, en la rama de Infantería.

Es en este tiempo que Enrique coincide por algunos años en el Ejercito con su hermano mayor Arturo (mi abuelo), quien también era oficial de la rama de Infantería, hasta que este ultimo paso en 1932 a la recién creada Fuerza Aérea de Chile.

Enrique contrajo matrimonio con Ana del Pozo, y en 1930 son padres de Ana Cumplido del Pozo (1930 - 2008).

Enrique Cumplido Ducos

Enrique Cumplido se recibió de Ingeniero Militar con especialidad en Geodesia y Topografía en 1933, y desarrolla una carrera docente hasta 1944, en que es nombrado Director de la Academia de Topografía y Geodesia.

Luego de fallecer su primera mujer, se casa por segunda vez con  Genoveva Toro, y son padres de Enrique Cumplido Toro que nace en 1946, pero el niño lamentablemente fallece a los 6 años de edad por causa de poliomielitis.

Directorio del Instituto Geográfico Militar en 1947.

En 1947 se le otorga el grado de Teniente Coronel y asume  la sub-dirección del Instituto Geográfico Militar.

La muerte del pequeño Enrique produjo un quiebre en la relación matrimonial, lo que derivo en la separación de la pareja y posteriormente la anulación del matrimonio.

En 1949  es ascendido a Coronel de Ejercito y asume  como Comandante del Regimiento de Infantería "Colchagua" con asiento en la ciudad de San Fernando, cargo que ocupa hasta 1952.

Durante su permanencia en la ciudad capital de la provincia de Colchagua, es distinguido con la Medalla de Ciudadano Benemérito, otorgada por la Ilustre Municipalidad de San Fernando.

En 1952 paso a retiro después de 32 años de servicio con el grado de Coronel, y recibiendo una pensión equivalente a la de General de Brigada.

Luego de dejar el Ejercito de forma activa, asume el cargo de Consejero de la Mutualidad del Ejercito y Aviación, y posteriormente el de Jefe del Departamento de Obras Militares del Ejercito.

Se caso por tercera vez con la profesora  Elena Ortiz Bravo (1925 - 2008), y fueron padres de Benjamín Rene Cumplido Ortiz, quien nació en 1954.

Enrique Cumplido Ducos falleció en Santiago el 7 de septiembre de 1973 a los 70 años de edad.


Casi no conocí a mi tío abuelo Enrique, pero tengo vagos recuerdos como niño de un par de visitas  que hice en compañía de mi padre, a su casa en una calle cercana al Regimiento Buin en la comuna de Recoleta. 
Sin embargo lo que si tengo en mi recuerdo claramente es haber asistido a su funeral en el Cementerio Católico, donde me impacto ver a un grupo de fusileros del Ejercito disparar salvas en su honor al momento de ser sepultado.

Quiero agradecer a Rene Cumplido Ortiz por las fotografías y la información entregada, lo que hizo posible este breve articulo sobre su padre.

miércoles, 8 de abril de 2020

Regresamos en el Donizetti

A fines de los 60 y hasta mediado de los 70, mi padre trabajaba en una empresa llamada “Guías y Publicidad de Chile S.A.”, filial de la internacional ITT, quien le prestaba servicio a la Compañía de Teléfonos para publicar las guías telefónicas y las de las páginas amarillas en todo el País.

Él se desempeñaba allí como Supervisor de Ventas, y su trabajo consistía en dirigir un equipo de ventas de los avisos publicitarios que se publicaban en las Páginas Amarillas, para lo cual tenía que viajar tres o cuatro veces al año con un grupo de vendedores a su cargo a las diferentes ciudades del País, y permanecer ahí por algunas semanas mientras visitaban clientes y cerraban los contratos de todos quienes quisieran publicar el aviso publicitario.

En numerosas ocasiones mi madre, mi hermano y yo viajábamos para acompañarlo en los últimos días de sus “campañas” en provincia, para finalmente regresar todos juntos a Santiago. Fue así como siendo muy niño conocí ciudades como Concepción, Valdivia, Temuco, La Serena, Arica y Antofagasta, las que visitamos en algunos casos en más de una ocasión. 

En junio de 1970 mi padre estaba justamente en una de estas campañas en la ciudad de Antofagasta, a la que como era la costumbre íbamos a viajar para encontrarnos con él y pasar unos días en la “perla del norte”, ciudad además que íbamos a conocer por primera vez.

Teníamos pasajes en avión, pero una huelga prolongada del personal de LAN Chile, hizo que después de varios intentos de abordar el vuelo sin éxito, y sobre todo aburridos de partir cada mañana al aeropuerto sin que pudiésemos viajar, hizo que finalmente saliéramos al norte en un automóvil de los llamados “Taxi del Aeropuerto” que ofrecía el servicio a la salida del Pudahuel, aprovechando la huelga.

El viaje de dos días en auto cubriendo los 1.500 kilómetros que separan Santiago de Antofagasta fue una agotadora aventura, que culmino cuando llegamos al en esos años imponente Hotel Turismo, hoy llamado Hotel Antofagasta.

Hotel Turismo de Antofagasta en una foto de 1968.
Gentileza Colección Claudio Galeno

En los paseos por la ciudad, y como estábamos próximos a las elecciones presidenciales que se realizarían en septiembre de ese año, recuerdo que en una casa próxima a la Plaza de Armas dimos con la sede local del candidato Jorge Alessandri, en la cual nos regalaron afiches y material propagandístico,  que trajimos de regreso a Santiago, y pegamos en las paredes de un “Club” que teníamos en la pieza de servicio de mi casa.

Después de pasar un par de días en la ciudad y disfrutar de las instalaciones del hotel que incluían su piscina y playa exclusiva, mis viejos planificaron el regreso a Santiago que se complicó por que la huelga de la línea aérea continuaba y se veían pocas posibilidades que esta terminara pronto.

La única posibilidad que se presentó para que el equipo completo pudiese regresar a Santiago dentro de los plazos estipulados, fue que viajásemos en barco desde el puerto de Antofagasta hasta Valparaíso, y de ahí regresar en tren a Santiago.

Había en esos años tres barcos de pasajeros de la empresa “Italia Società di Navigazione” bautizados con nombres de compositores de música italianos: VERDI, DONIZETTI y el ROSSINI, motonaves que cubrían la llamada “ruta sudamericana” entre los puertos de Génova en Italia, y a través del canal de Panamá, llegaban hasta Valparaíso en Chile.

Los barcos salían alternadamente desde Génova y pasaban por los puertos de Nápoles, Cannes, Barcelona y Santa Cruz de Tenerife en Europa, para luego cruzar el Atlántico y en Sudamérica hacer puerto en La Guaira, Curazao, Cartartagena, Cristóbal, Buenaventura, Guayaquil, Callao, Arica, Antofagasta y Valparaíso, llegando eventualmente también a San Antonio.

MN Donizetti de la Italia Società di Navigazione

Nuestra estadía en el norte coincidió con el arribo de la MN DONIZETTI, al puerto de Antofagasta, así que mi padre compro los pasajes correspondientes para todo el equipo de vendedores de Guías y Publicidad, con nosotros incluidos, y abordamos el barco al mediodía  del sábado 20 de junio de 1970.

Viendo hoy las viejas fotografías del barco, este no era tan grande como los gigantescos cruceros actuales, pero en esos años y para mí que tenía apenas 11 años de edad, el Donizetti me pareció una nave gigantesca.

Una vez instalados en nuestro camarote, y mientras el barco lentamente dejaba el puerto y comenzaba su navegación hacia  Valparaíso, empezamos mi hermano Ricardo y Yo a recorrer las distintas cubiertas del barco, lo que era toda una aventura.

En nuestro recorrido dimos en una de las cubiertas con una sala de cine, a la que no dudamos en entrar a ver una película que ya no recuerdo. La cosa es que con el encierro bajo cubierta y el movimiento del barco, hizo que Ricardo se sintiera con mareo y de pronto saliera corriendo del cine en busca de un baño.

Ver a mi hermano descomponerse, hizo que yo me descompusiese también y terminamos los dos completamente mareados, lo que nos obligó a salir del baño directos a nuestro camarote donde tendidos en las camas nos fuimos sintiendo lentamente mejor, pero no salimos de ahí hasta la mañana del día siguiente.

La familia Cumplido Mayrock a bordo del Donizetti.

El día siguiente no era un domingo cualquiera, se jugaba en el Estadio Azteca de México la  final de la Novena versión de la Copa del Mundo, entre la que para muchos fue la mejor selección de Brasil de la historia, que integraban entre otros, Gerson; Tostao; Carlos Alberto; Jairzinho; Roberto Rivelino y el gran Pele, quienes debían enfrentar a la “squadra azzura” de Italia, capitaneada por Giacinto Facchetti,  y con figuras como Sandro Mazzola y Luigi Riva.

La tripulación del Donizetti integrada casi en su totalidad por italianos, estaban pegados a los radiotransmisores siguiendo cada uno de los detalles del partido y obviamente apoyando al seleccionado de su País.

Todos saben hoy que esa final la gano el extraordinario seleccionado de Brasil por 4 a 1, pero lo que tengo grabado en mi cabeza de ese momento fue el estruendoso grito de júbilo de los marineros italianos cuando en el minuto 37 de partido, el delantero Roberto Boninsegna logra el empate parcial, después de que Pele había abierto el marcador a favor de Brasil con un impresionante gol de cabeza en el minuto 18 de partido.

Pero la alergia no les duro mucho a la tripulación del Donizetti, porque ya comenzando el segundo tiempo, Gerson en el minuto 66; Jairzinho en el 71 y Carlos Alberto en el 86, convertirían los inolvidables goles que  consagrarían a la “Verde Amarela” como campeona del mundo por tercera vez en su historia.

Las caras largas y el ambiente de derrota se sentía en cada uno de los miembros de la tripulación del barco, a quienes cualquier cosa que hacíamos con mi hermano como buenos niños inquietos, les molestaba de sobre manera y nos llamaban bruscamente la atención en un idioma para nosotros imposible de entender.

Mi hermano Ricardo con 9 años, sobre la cubierta de MN Donizetti,

Arribamos al muelle Prat de Valparaíso en la mañana del lunes 22 de junio, para después de los tramites de rigor, desembarcar y dirigirnos a la entonces llamada “Estación Puerto” de la que salía el tren que nos llevaría de regreso a Santiago.

Este, mi primer viaje en barco, es de los momentos inolvidables que me toco vivir en compañía de mi familia, siendo apenas un niño, y que por mucho tiempo fue un motivo para contar entre mis amigos, en una época que navegar en tu trasatlántico era una experiencia reservada para pocos.

domingo, 5 de abril de 2020

Leopold Herb Hörmann y Maria Josephine Sattler Gebhard

Mis Trastatarabuelos:

La ultima pareja de mis trastatarabuelos de los que tengo alguna informacion y que me faltaba incluir en este blogg, es la que corresponde a Leopold Herb y  su mujer Maria Josephine Sattler.

Leopold HERB HÖRMANN, nació en la ciudad de Kempten en la comarca de Algovia en la región de Suabia, Alemania, el 16 de mayo de 1815.
Hijo del agricultor Anton Herb (1777 - 1847) y de Emmevenz Hörmann (1787 - 1878).

Maria Josephine SATTLER GEBHARD, nació el 18 de abril de 1817 en la comarca agrícola de Nidersonthofen distante a a unos 10 kilómetros de Kempten.
Hija del tambien agricultor Leopold Herb (1790 - 1846) y su mujer Josefa Gebhard (1790 - 1858).

Vista de la región agrícola de Nidersonthofen, Alemania

Leopold, fue agricultor al igual que su padre y su suegro, y se caso a los 30 años de edad con Maria Josephine, cuando esta tenia 28 años, el 7 de agosto de 1845 en la ciudad de Kempten.

Fueron los padres de mi Tatarabuela Afra Herb Sattler, que nació el 23 de febrero de 1849.

Maria Josephine falleció a los 70 años en Kempten, el 9 de julio de 1887.
Leopold la sobrevivió todavía 14 años mas, y falleció en la misma ciudad el 2 de enero de 1901 a los 85 años de edad.

Condecorados

 A fines  de  1947 o en los primeros meses de  1948 se fotografiaron mi bisabuelo Georg Quentin Hagedorn de entonces 71 años de edad, junto ...