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miércoles, 3 de abril de 2019

Alberto Cumplido Ducos

LA FANTASÍA DE ALBERTO CUMPLIDO (*)

Fue uno de los grandes personajes de esta revuelta historia de la noche santiaguina. Alberto Cumplido era periodista y funcionario, alternativamente; escritor, actor de cine y teatro, y, por sobre todo, un bohemio típicamente chileno, ahusado en su modo de hablar, lleno de dichos pintorescos y poseedor de una sólida cultura general. Era de figura galanesca, aunque con la cabeza algo hundida entre los hombros y excesivamente echada atrás, acaso para equilibrar el peso de los parpados caídos, que casi cubrían la mirada lejana de sus ojos terriblemente soñadores; porque eso era Alberto antes de nada: un soñador à outrance, capaz de las mas difíciles hazañas y de las aventuras mas inconcebibles y disparatadas. Estudio pedagogía y leyes; fue redactor de "Los Tiempos", donde firmaba sus artículos con el seudónimo de El Abate Ducos; estreno unas comedias, y actuó en el teatro como actor y galán de cine, haciendo "el jovencito bueno" en una de las tantas intentonas cinematográficas que ha habido en Chile.

Pero lo que Alberto Cumplido hacia mejor era la charla, la confidencia de la hora intima, la exposición de proyectos imposibles y el relato apasionante de vividas aventuras, que el adornaba con su poderosa imaginación y con dichos tan peculiares. Había que oírlo describiendo el panorama de la política criolla y explicando el programa del Partido Nacional Moderado, cuyos componentes debían vestir chaqué y llevar un "Mercurio" debajo del brazo.

Sin embargo, la creación máxima de Alberto era el detallado relato de su aventura como gobernador de la Isla de Pascua.
El Presidente Ibáñez en su primer Gobierno, le ofreció a Cumplido el cargo de gobernador de la Isla de Pascua, la posesión chilena de la Polinesia. A Alberto le encantó la idea de sumergirse un tiempo en la soledad y en el silencio, entre esa naturaleza exótica, rodeado de leprosos y de impávidos mohais, y se largó entusiasmado, sin mas bagaje que unos cuantos libros y un sombrero de corcho "pa la calor".

Durante un tiempo poco o nada se supo de Cumplido, el lejano y austero gobernador, que ponía en vereda a los escasos pobladores de Pascua y velaba por el progreso y bienestar de la isla con acertadas medidas. En el encierro de su bungalow rustico, frente a su colección de toromiros, escribía y meditaba, y en sus calladas excursiones por las suaves playas o las ondulantes colinas soñaba intensamente, con la mirada perdida en el horizonte, en espera del barco que le traía diarios, víveres, noticias, alimentos de la civilización y brisas de la patria lejana.

Una tarde el barco de Chile llego hasta Pascua con un penoso cargamento: eran unos cuantos politicos desterrados por revolucionarios, que debian permanecer un largo tiempo en la isla, bajo la custodia y la responsabilidad del gobernador y su guardia. Se trataba de Carlos Vicuña Fuentes, el general Enrique Bravo, Marmaduke Grove y Pedro Leon Ugalde. Cumplido recibió emocionado a sus compatriotas y procuro hacerles menos duro el destierro con su compañía y sus atenciones.

A todo esto, desde Paris, grandes personajes chilenos de la política y las finanzas prepararon el rescate de los desterrados por medio de una goleta fletada a todo costo en los mares de la China. Una mañana amaneció la goleta en Pascua y la tripulación, con serias amenazas, solicito la entrega inmediata de los prisioneros.

Cumplido, sin medir consecuencias ni conveniencias para el futuro, se dejo llevar por su corazón generoso, por el vivo sentimiento de nostalgia de Chile y por su fondo revolucionario y aventurero que estaba siempre latente, y resolvió no solo entregar a los políticos para que se fugaran, sino partir él también en la goleta, abandonando el cargo de gobernador.

Asi recorrio islas y mares de esa region, en un viaje lleno de sobresaltos y de sorpresas, de paisajes maravillosos, de tifones y de dulces mujeres de "sarong" y de rafia, en playas sosegadas, bajo las palmeras. Este episodio contado por Cumplido era una verdadera novela de Salgari, con la colaboracion de Julio Verne y algunos toques de Hemingway. Era impresionante oir a Alberto relatar el momento en que los chinos de aire ominoso le habian puesto los puñales en el pecho para exigir la entrega de los cautivos... (?).

Mentiroso y de rápida inventiva, Cumplido llevaba siempre la anécdota increíble a flor de labios en la redacciones de los periódicos y en los camarines de los teatros, donde se le quería entrañablemente.

Y todavía estaría entreteniéndonos con sus fabulosas creaciones si no hubiera ido a la Argentina, cuando ocurrió el terremoto de San Juan, dejándose llevar por un impulso irresistible de su corazón generoso. En un tonto accidente de aviación, entre San Juan y Mendoza, murió Alberto envuelto en el vértigo de su ultima aventura quijotesca.

Alberto Cumplido Ducos


(*): Capitulo XIX del libro:
"TRASNOCHADAS, Anecdotario del teatro y la noche santiaguina" 
de Rafael Frontaura.
Empresa Editorial Zig-Zag 
Santiago de Chile 1957.

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