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lunes, 9 de marzo de 2020

Manutara


En la foto que encabeza el artículo, aparece a la derecha mi padre Eduardo Cumplido Ponce y su hermano mellizo Sergio, caminando rumbo al colegio, en compañía del “Ordenanza” Mario Riquelme.

Se les llamaba “Ordenanza” a un aspirante a Sub Oficial de las distintas ramas de las Fuerzas Armadas, normalmente un Cabo, que estaba asignado a un oficial de alto rango, como asistente para ejecutar diferentes tareas.

El “Clase” de la Fuerza Aérea de Chile  Mario Riquelme fue destinado, y desempeño la tarea de Ordenanza por algo más de un año, para mi abuelo el comandante Arturo Cumplido Ducos.

Dentro de las múltiples tareas que Riquelme realizaba a diario, estaba la ya mencionada de llevar y traer del colegio a los mellizos Cumplido, lo que fue generando un cariño mutuo entre los niños y el Sub Oficial.

Me contaba mi padre que mi abuelo Arturo, que era muy poco dado a la rígida disciplina militar, en numerosas ocasiones invitaba al joven Mario Riquelme los fines de semana para almorzar en casa con la familia, donde le exigía que dejara de llamarlo “mi comandante” y que simplemente le dijese Arturo.

Con el pasar de los años Mario Riquelme fue desarrollando su carrera militar dentro de la FACH, sin perder nunca el vínculo con la familia Cumplido, a la que visitaba frecuentemente durante el año.

A fines de la década del 40 una de las aspiraciones que tenía la Fuerza Aérea de Chile, era poder unir por aire a Chile Continental con la Isla de Pascua, y el Capitán de Bandada Roberto Parragué Singer la había transformado en una meta personal.

Durante 1950 Parragué, planifico todo lo que era necesario para poner en práctica esta aventurera misión,  para lo cual busco el apoyo necesario entre sus superiores y las autoridades del país.

Una vez que obtuvo los permisos necesarios, y sobre todo el apoyo del entonces Presidente de la Republica Gabriel González Videla, se puso en campaña para escoger el avión adecuado para semejante aventura, hacer los cálculos de navegación y proponer los nombres de la tripulación que lo acompañaría.

El avión escogido era un anfibio Consolidated AO-1 DA Catalina Nº 405 de la Fuerza Aérea de Chile, al que bautizaron como “Manu Tara”, nombre que se le da a la gaviota golondrina oscura en idioma Rapa Nui.

Una vez definida la nave y la ruta de navegación, se escogió al equipo de nueve personas que conformarían la tripulación que realizaría el vuelo, la cual estaba compuesta por: como jefe de la misión el comandante del grupo de Aviación Nº2 Horacio Barrientos; primer piloto capitán Roberto Parragué; segundo piloto teniente Alfredo Aguilar; tercer piloto teniente José Núñez; cuarto piloto sub teniente Sabino Poblete; primer mecánico sargento 1º José Gilberto Carroza; segundo mecánico sargento 2º Héctor López; navegante cabo José Campos; y como radiotelegrafista de este equipo, nuestro ya mencionado cabo 1º Mario Riquelme.

Los nueve tripulantes del Manutara

La travesía del Manutara partió  a las 19:22 horas del 19 de enero de 1951 desde el Aeródromo La Florida de La Serena.

Cerca de la medianoche, mientras el anfibio volaba a unos 3.000 metros, el radiocompas se averió y la nave tuvo que acender a los 6.000 metros para volar guiado por las estrellas y un sextante para poder mantener la dirección hacia el Oeste.

Tras 19 horas y 22 minutos de vuelo, el Manutara aterrizo en la isla a las 14:42 horas del 20 de enero, luego de cubrir los 2.047 millas náuticas que separan al continente de la hasta ese momento improvisada pista del aeródromo de Mataveri, que con los años se transformó en el actual aeropuerto de Rapa Nui.
Fueron recibidos jubilosamente por los isleños.

La idea era que el Manutara y su heroica tripulación volvieran volando al continente, pero las condiciones de mar y clima no eran los adecuados para el despegue ya que debía carretear desde el agua. Por el apuro del Presidente por hacerlos volver, el avión fue remolcado al agua para el despegue, pero por desgracia una ola destrozo parte del ala, y quedo imposibilitado para volar.

El Manutara en el improvisado aeródromo de Mataveri de Isla de Pascua.

Mario Riquelme y sus compañeros volvieron  en el buque de la Armada “Covadonga” al continente, al que llegaron el 2 de febrero donde fueron recibidos como héroes.

El Manutara fue desarmado y transportado en un buque para su reparación y fue puesto en servicio nuevamente un año después.  En  junio de 1961 el anfibio Catalina de la Fuerza Aérea de Chile sufrió un accidente y se destruyó en el Lago Peñuelas.

El cabo 1° y radiotelegrafista del Manutara, Mario Riquelme, falleció en abril de 2005.

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