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martes, 31 de marzo de 2020

Arnold Hagedorn y Johanne Stieger

Mis Pentabuelos.

Hagedorn es el apellido materno de mi bisabuelo Georg Quentin Hagedorn, y el antepasado mas antiguo con este apellido del que tengo información, corresponde a uno de mis pentabuelos (*)

Arnold Andreas HAGEDORN, nacio en la ciudad portuaria de Bremen, junto al río Weser, en Alemania, el 16 de junio de 1790.

De profesión Sastre, se caso a los 30 años de edad con Johanne Amoldine STIEGER, 4 años mayor que el, ya que ella había nacido el 8 de junio de 1786, en la misma ciudad.

Vista del edificio del Ayuntamiento y Catedral de San Pedro, en el casco histórico de la ciudad Hanseática de Bremen, en el noroeste de Alemania. 

El matrimonio se celebro el 11 de agosto de 1820 en la ciudad de Bremen, y fueron los padres de varios hijos que nacieron en la misma ciudad:

Christiane Dorothea que nació el 4 de julio de 1821.
Anna Maria, que nació el 17 de julio de 1823.
Sara Johanna, que nació el 27 de marzo de 1825.
Catharina Marianne, que nació el 10 de enero de 1827.
Christian Lüder, mi trastatarabuelo, que nació para el año nuevo del 31 de diciembre de 1830 (articulo publicado en marzo 2019).

Llama la atención que ambos fallecieran en la ciudad donde vivieron toda su vida, en marzo de 1844 con apenas 4 días de diferencia.
Arnold murió a los 54 años de edad el día 4 y Johanne lo siguió el día 8 a los 58 años de edad.


(*) Pentabuelos corresponde a la 6º generacion de antepasados (siendo la 1º la de los padres), y la componen 64 personas.

lunes, 9 de marzo de 2020

Manutara


En la foto que encabeza el artículo, aparece a la derecha mi padre Eduardo Cumplido Ponce y su hermano mellizo Sergio, caminando rumbo al colegio, en compañía del “Ordenanza” Mario Riquelme.

Se les llamaba “Ordenanza” a un aspirante a Sub Oficial de las distintas ramas de las Fuerzas Armadas, normalmente un Cabo, que estaba asignado a un oficial de alto rango, como asistente para ejecutar diferentes tareas.

El “Clase” de la Fuerza Aérea de Chile  Mario Riquelme fue destinado, y desempeño la tarea de Ordenanza por algo más de un año, para mi abuelo el comandante Arturo Cumplido Ducos.

Dentro de las múltiples tareas que Riquelme realizaba a diario, estaba la ya mencionada de llevar y traer del colegio a los mellizos Cumplido, lo que fue generando un cariño mutuo entre los niños y el Sub Oficial.

Me contaba mi padre que mi abuelo Arturo, que era muy poco dado a la rígida disciplina militar, en numerosas ocasiones invitaba al joven Mario Riquelme los fines de semana para almorzar en casa con la familia, donde le exigía que dejara de llamarlo “mi comandante” y que simplemente le dijese Arturo.

Con el pasar de los años Mario Riquelme fue desarrollando su carrera militar dentro de la FACH, sin perder nunca el vínculo con la familia Cumplido, a la que visitaba frecuentemente durante el año.

A fines de la década del 40 una de las aspiraciones que tenía la Fuerza Aérea de Chile, era poder unir por aire a Chile Continental con la Isla de Pascua, y el Capitán de Bandada Roberto Parragué Singer la había transformado en una meta personal.

Durante 1950 Parragué, planifico todo lo que era necesario para poner en práctica esta aventurera misión,  para lo cual busco el apoyo necesario entre sus superiores y las autoridades del país.

Una vez que obtuvo los permisos necesarios, y sobre todo el apoyo del entonces Presidente de la Republica Gabriel González Videla, se puso en campaña para escoger el avión adecuado para semejante aventura, hacer los cálculos de navegación y proponer los nombres de la tripulación que lo acompañaría.

El avión escogido era un anfibio Consolidated AO-1 DA Catalina Nº 405 de la Fuerza Aérea de Chile, al que bautizaron como “Manu Tara”, nombre que se le da a la gaviota golondrina oscura en idioma Rapa Nui.

Una vez definida la nave y la ruta de navegación, se escogió al equipo de nueve personas que conformarían la tripulación que realizaría el vuelo, la cual estaba compuesta por: como jefe de la misión el comandante del grupo de Aviación Nº2 Horacio Barrientos; primer piloto capitán Roberto Parragué; segundo piloto teniente Alfredo Aguilar; tercer piloto teniente José Núñez; cuarto piloto sub teniente Sabino Poblete; primer mecánico sargento 1º José Gilberto Carroza; segundo mecánico sargento 2º Héctor López; navegante cabo José Campos; y como radiotelegrafista de este equipo, nuestro ya mencionado cabo 1º Mario Riquelme.

Los nueve tripulantes del Manutara

La travesía del Manutara partió  a las 19:22 horas del 19 de enero de 1951 desde el Aeródromo La Florida de La Serena.

Cerca de la medianoche, mientras el anfibio volaba a unos 3.000 metros, el radiocompas se averió y la nave tuvo que acender a los 6.000 metros para volar guiado por las estrellas y un sextante para poder mantener la dirección hacia el Oeste.

Tras 19 horas y 22 minutos de vuelo, el Manutara aterrizo en la isla a las 14:42 horas del 20 de enero, luego de cubrir los 2.047 millas náuticas que separan al continente de la hasta ese momento improvisada pista del aeródromo de Mataveri, que con los años se transformó en el actual aeropuerto de Rapa Nui.
Fueron recibidos jubilosamente por los isleños.

La idea era que el Manutara y su heroica tripulación volvieran volando al continente, pero las condiciones de mar y clima no eran los adecuados para el despegue ya que debía carretear desde el agua. Por el apuro del Presidente por hacerlos volver, el avión fue remolcado al agua para el despegue, pero por desgracia una ola destrozo parte del ala, y quedo imposibilitado para volar.

El Manutara en el improvisado aeródromo de Mataveri de Isla de Pascua.

Mario Riquelme y sus compañeros volvieron  en el buque de la Armada “Covadonga” al continente, al que llegaron el 2 de febrero donde fueron recibidos como héroes.

El Manutara fue desarmado y transportado en un buque para su reparación y fue puesto en servicio nuevamente un año después.  En  junio de 1961 el anfibio Catalina de la Fuerza Aérea de Chile sufrió un accidente y se destruyó en el Lago Peñuelas.

El cabo 1° y radiotelegrafista del Manutara, Mario Riquelme, falleció en abril de 2005.

Cruz de Hierro

Tengo entre los objetos personales de mi familia, y que guardo por su valor histórico, dos ejemplares auténticos de la condecoración conocida como la “Cruz de Hierro”.

Muchas personas piensan que la Cruz de Hierro, fue creada por el régimen nacional socialista de Adolfo Hitler, y asocian erróneamente su uso exclusivamente al movimiento Nazi.

Sin embargo la historia de este símbolo militar alemán es completamente distinto, y como las dos versiones que tengo en mi poder pertenecen a épocas diferentes de la historia, les voy a contar brevemente a quienes pertenecieron y cuál es el verdadero origen de esta condecoración.

Lo cierto es que el origen de la Cruz de Hierro se remonta a las Cruzadas, específicamente a la época de la Orden de los Caballeros Teutónicos del Hospital de Santa María de Jerusalén, orden medieval de carácter religiosos/militar que fue fundada en Palestina el año 1190. La Cruz Negra o llamada también Cruz Báltica era el símbolo de los Caballeros Teutones.


Así pues se dispuso que los Caballeros Teutones usasen como hábito el mismo manto blanco de los Caballeros del Temple, pero en vez de utilizar sobre el pecho la cruz roja de los Templarios, la remplazaran por la Negra o Báltica.

Después de la disolución de la Orden Teutónica a manos de Napoleón en 1806, el emblema fue adoptado por el reino de Prusia, de hecho la bandera de guerra prusiana llevaba el símbolo cosido en ella.

Fue el Rey Federico Guillermo III de Prusia quien creo la “Cruz de Hierro” como condecoración militar a modo de distintivo para los oficiales que habían luchado con honor y valor en las filas prusianas, durante las Guerras de Liberación de 1813 contra los ejércitos de Napoleón.

Primera versión de la Cruz de Hierro de 1813

La Cruz de Hierro original correspondiente a este periodo fue diseñada por el arquitecto prusiano Friederich Schinkel y tiene en la parte superior la corona real prusiana, y debajo de ella las letras FW, que corresponden a las iniciales al rey de Prusia Friederich Wilhelm. En el medio de la cruz aparecen tres hojas de roble y en la parte inferior el año de su creación.

Entre 1870 y 1871 se desarrolló la llamada Guerra Franco Prusiana entre los imperios de Francia, liderada por el emperador Napoleon III, y el reino de Prusia, este último aliado con los reinos de Baden, Baviera y Würtenberg, y liderados por el káiser Guillermo I y su canciller Otto von Bismarck.

El káiser Guillermo I volvió a utilizar esta condecoración y le introdujo algunos cambios a la  versión anterior de la Cruz de Hierro. En la parte superior aparece la corona prusiana pero eliminando las hojas de roble; En el centro aparece la letra W que corresponde a la inicial del káiser Wilhelm I y en la parte inferior la fecha de 1870.

Cruz de Hierro de 1870 otorgadas durante la Guerra Franco Prusiana.

No tengo constancia si algún antepasado recibió con anterioridad a esta época la condecoración militar, pero del que si tengo certeza que la obtuvo durante la Guerra Franco Prusiana fue mi tatarabuelo Ludwig Quentin Hoffman, quien la gano por  su participación en las batallas de Colomby y Gravelotte; la ocupación de Metz y en la campaña de Bourbadi.

De hecho en una de las fotografías que publique en su biografía que escribí en marzo de 2019, se puede ver claramente como luce la condecoración al lado derecho de su chaqueta.

A raíz del inicio de la Primera Guerra Mundial, el káiser Guillermo II, volvió a otorgar la condecoración por tercera vez en la historia, y como es obvio le introdujo una pequeña modificación con respecto a la versión anterior remplazando el año de 1870 por el de 1914. Se mantuvo eso si la corona prusiana en la parte superior, aunque levemente distinta,  y la inicial W correspondiente al nombre del káiser, porque coincidentemente Wilhelm II se llamaba igual que su abuelo quien gobernó durante la guerra Franco Prusiana.

De este conflicto bélico corresponde una de las dos versiones originales que tengo en mi poder. La obtuvo junto a otras tantas condecoraciones, mi bisabuelo Georg Quentin Hagedorn, quien también la luce en la fotografía que publique en su biografía.

Cruz de Hiero de 1914 que perteneció a mi bisabuelo Georg Quentin (izq.), junto a la de 1939 que le fue otorgada a mi abuelo Norbert Mayrock (der.)

La versión de 1939 de la Cruz de Hierro fue la que Hitler convirtió en una especie de símbolo del Partido Nacional Socialista, al agregar la esvástica en el centro de la condecoración.

Es a partir de ese momento que deja de ser una condecoración exclusivamente prusiana y se convierte en una alemana, a la cual se le introducen modificaciones con respecto a los diseños anteriores.
La nueva Cruz de Hierro es levemente más grande y más gruesa;  La corona, hojas de roble e iniciales de la época prusiana fueron removidas y como dije remplazadas por la esvástica en su parte central. En la parte inferior lleva la fecha de 1939.

De esta época es la segunda Cruz de Hierro que tenga en mi poder. Le fue otorgada a mi abuelo Norbert Mayrock Hochwind, supongo que por algún acto realizado durante la ocupación de Francia entre el año 1940 y 1941, ya que posteriormente fue enviado al frente Ruso del que no regreso hasta finalizada la guerra. Aunque existe la posibilidad de que se la hayan entregado directamente en el frente mientras combatían  y avanzaban hacia la entonces Unión Soviética.

Otro de mis parientes que fue condecorado con la Cruz de Hierro durante la Segunda Guerra Mundial, fue el hermano mayor de mi madre, Harald Mayrock Quentin, quien participo en los últimos años del conflicto bélico siendo apenas un adolescente de 17 años, integrando la 1º división de la 7º Compañía de Paracaidistas de la Lufftwaffe.

Además de  dos versiones originales, la Cruz de Hierro de 2ª Clase y la Cruz de Hierro de 1ª Clase, durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial fueron creadas cinco nuevas categorías:

Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro.
Cruz de Caballero con Hoja de Roble de la Cruz de Hierro.
Cruz de Caballero con Hoja de Roble y Espadas de la Cruz de Hierro.
Cruz de Caballero con Hoja de Roble, Espadas y Brillantes de la Cruz de Hierro.
Cruz de Caballero con Hoja de Roble de Oro, Espadas y Brillantes de la Cruz de Hierro.
La ley alemana prohíbe actualmente el uso de la esvástica en cualquier ámbito, por lo que desde 1957 el entonces gobierno de la República Federal Alemana autorizo remplazar para quienes quisiesen lucir la Cruz de Hierro en alguna ceremonia oficial, y la obtuvieron durante la Segunda Guerra Mundial, una versión con hojas de roble en lugar de la esvástica, similar a las versiones de 1813, 1870 y 1914.

martes, 3 de marzo de 2020

Nikolaus Quentin y Katharina Bartels

Mis Nonabuelos:

Una de las parejas de  antepasados mas antigua de la cual tengo antecedentes, son las que corresponden a mis nonabuelos(*)  Nikolaus Quentin y su mujer Katharina Bartels.

Nikolaus Quentin, nació en agosto de 1608 en la ciudad de Göttingen, en el actual estado alemán de Baja Sajonia, pero que en aquellos años era parte del Sacro Imperio Romano Germánico.
Hijo del comerciante Andreas Quentin (? - 1637) y Katharina N.(¿?), mis decabuelos.

Su mujer Katharina Bartels, nació dos años antes, en diciembre de 1606, muy probablemente en la misma ciudad.

Fueron padres de 7 hijos:
Wilhelm (1632-1686); Katharina (1637-¿?); Georg (1637-1707) mi Octabuelo; Jakob (1640-¿?); Otto (1642-1732); Julius (1644-1709) y Christine (1647-¿?).

La ocupación que tuvo Nikolaus Quentin, no me ha sido posible de averiguar, sin embargo debió ser un ciudadano destacado ya que fue sepultado junto con su  mujer  en el interior de la Iglesia de St. Johannis en Göttingen, lo que evidentemente era una costumbre reservada solo para pocas personas.

El sitio exacto donde están sepultados Nikolaus y Katharina, hoy ya no es posible de determinar, debido a numerosos trabajos de mantención  que ha tenido la iglesia a través de los años.


Iglesia Luterana de St. Johannis en Göttingen, Alemania.


Por mas de 260 años hubo una  placa en recuerdo de Nikolaus y Katharina, que estaba adosada a uno de los muros interiores de la Iglesia Luterana de St. Johannis.  
Hoy  solo existe  una fotografía tomada en 1907 de  esta placa,  ya que a consecuencia de un bombardeo aéreo de los aliados durante la Segunda Guerra Mundial en 1944,  esta placa se desprendió del muro y se quebró.

Placa conmemorativa que estaba adosada a una de las paredes de la Iglesia de St. Johannis en Göttingen, y recuerda a mis antepasados Nikolaus Quentin y su mujer Katharina Bartels.

El texto a los pies de la placa recordatoria dice:  
"Año 1661  20, Mayo al anochecer entre las 10 y las 11 horas,  Nikolaus  Quentin descanso ante Dios bendito, a la edad de 52 años y 42 semanas".
A continuación dice:  "Año 1675 7, Marzo a las 9 horas de la noche Katharina Barteldis, mujer de Nikolaus Quentin, descanso ante Dios bendito a la edad de 68 años 10 semanas 3 días".

En los los  libros de registro de la iglesia de St. Johannis se puede leer lo siguiente:   "26 mayo, 1661, fue sepultado en la iglesia Nikolaus Quentin", y se agrega mas adelante: "14 marzo 1675, se sepulto a la mujer de Nikolaus Quentin en la iglesia".


(*): Los Nonabuelos corresponden a la décima generación de antepasados.
Los padres de una persona vendrían a ser la primera generación, los abuelos la segunda generación, y así sucesivamente.
Un individuo tiene 1.024 Nonabuelos, siempre que alguno no se repita.

domingo, 1 de marzo de 2020

Fiducos

Corría el invierno de 1976, y yo con 17 años de edad cursaba mi educación secundaria en el 3º año medio del Liceo Nº 11 Rafael Sotomayor de Las Condes, al que asistía en la jornada de tarde.

Una de esas tardes, acompañado de un profesor, se presentaron a nuestra sala de clases dos jóvenes vestidos de traje y corbata, quienes se identificaron como alumnos de la carrera de Derecho de la Universidad Católica, con el objeto de realizar una encuesta para un trabajo de investigación que realizaban.

La encuesta consistía de varias preguntas relacionadas con temas de historia universal y de política internacional.

Al finalizar la hoja de encuesta aparecía un espacio con la consulta: “Si le interesa conversar sobre alguno de estos temas, favor deje sus datos para contactarlo en el futuro”, cosa que hice dado mi interés por los temas de historia.

Pasaron un par de semanas y recibí en mi casa una invitación de una organización llamada “Sociedad Chilena de Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad” (TFP), quienes me invitaban a una conferencia sobre un tema histórico en su sede de la comuna de Providencia.

La TFP era una agrupación de jóvenes católicos ultra conservadores, cuyo origen era el movimiento del mismo nombre en Brasil, fundado por el Profesor Plinio Correa de Oliveira, cuya tesis está plasmada en su libro “Revolución y Contra Revolución”, el que analiza la decadencia espiritual y política de la Civilización Occidental, desde la Edad Media hasta la actualidad.

En Chile la organización era más conocida con el nombre de “Fiducia”, por una revista de divulgación que publicaban, y que tenía ese nombre. Obviamente nosotros, que éramos particularmente buenos para poner apodos, bautizamos a los integrantes de la TFP como “Los Fiducos”.

A partir de esa primera invitación, comencé a participar cada cierto tiempo a otras muchas conferencias que dictaba la TFP, producto de lo cual comencé a entablar cierta amistad con José Antonio Ureta, Juan Antonio Montes y Felipe Lecaros, miembros permanentes de la organización, pero sobre todos con un muchacho ecuatoriano llamado Edmundo Uribe, con quien me unía la afición por la natación, ya que este había sido nadador de la famosa “Academia Ferreti” de Guayaquil.

Por supuesto que a las conferencias no asistía solo, el grupo lo integraban Robert Ellsworth, Pablo Sotomayor y Cristian Alcalde, que eran compañeros de colegio y que se transformaron a lo largo de mi vida en verdaderos hermanos.

La motivación que teníamos para ir a estas reuniones, más que por los temas tratados, era por la recepción y lo que había para comer después de ella, ya que como todo joven en la adolescencia, el hambre era una condición permanente.

Estuvimos participando de las conferencias algo así como medio año, hasta que a principios de diciembre nos sorprendieron con una invitación para ser parte de la delegación chilena que asistiría a un Congreso de juventudes católicas denominado SEFAC a realizarse en enero en Brasil.

Después entendimos que la SEFAC (Semana de Formación Anti Comunista) era un evento que organizaba la TFP para atraer jóvenes, normalmente durante las vacaciones de verano, con la idea de captarlos para la organización.

Solo un par de días previos a nuestra partida, lamentablemente nuestro amigo Robert Ellsworth se contagió de tifus, por lo que no nos pudo acompañar en esta aventura por tierras cariocas.

La delegación chilena de 11 personas, salimos de Santiago la madrugada del 1 de enero de 1977, en un camión Chevrolet C30 de color rojo adaptado para pasajeros, muy incómodo para tan largo viaje, ya que no estaba especialmente modificado sino que simplemente tenía unas butacas atornilladas en el acoplado cubierto.

La ruta del viaje de tres días hasta nuestro destino en Brasil era saliendo de Santiago hacia el Paso Internacional Los Libertadores, para entrar en territorio argentino.
De allí seguimos a Mendoza, Córdoba, Santa Fe hasta llegar a Puerto Iguazú, donde cruzamos la frontera junto a las majestuosas cataratas.
Ya en territorio brasilero el camino seguía hacia Porto Alegre, Curitiba y finalmente San Pablo.

En nuestro breve paso por Santa Fe se nos unió la delegación de Argentina, que viajaba en una Ford F-350 carrozada de color blanco, a la que habían bautizado “Beduino” en honor a este pueblo nómade, y a la que le acoplaron un tráiler.

Recuerdo que en alguna parte de la ruta, mientras viajábamos de noche, el “Beduino” recibió una pedrada en el parabrisas, lo que les significo a los argentinos viajar parte del trayecto recibiendo el caluroso viento y los molestos mosquitos en pleno rostro.

Una vez que llegamos a San Pablo, después de tres días de agotador viaje, y luego de un reparador y breve descanso con una buena ducha incluida, nos dirigimos a la sede principal de la TFP brasilera, a la que denominaban pomposamente “Sede del Reino de María”, donde fuimos presentados al fundador de la organización, el Profesor Plinio Correa de Oliveira.

Después de concluir la visita protocolar, salimos en la tarde desde San Pablo con rumbo al lugar donde se iba a desarrollar el Congreso, una Fazenda (Hacienda) que quedaba a unos 100 kilómetros al norte, muy cerca de un pueblo llamado Amparo, a la que llegamos casi caída la noche.

Esta Fazenda llamada “Morro Alto”, era un antiguo establecimiento colonial donde se plantaba y procesaba café. Contaba con una casa principal y varios edificios, incluido una capilla y una gran plaza (para llamarlo de alguna forma) equivalente en tamaño a una cancha de fútbol, donde en su tiempo se secaba el café y que ahora era utilizado para realizar actividades al aire libre.


Vista general y casa principal de la Fazenda "Morro Alto" en Amparo, Brasil

A quien conocimos en la Fazenda fue al Príncipe Don Bertrand de Orleans y Braganza, miembro de la Casa Imperial de Brasil, primero en la línea de sucesión al extinto trono imperial brasilero y destacado miembro de la TFP de ese País.

Don Bertrand, de unos 35 años en ese momento, era hijo de la Princesa María Elisabeth de Baviera, por lo que hablaba un perfecto alemán que había aprendido con su madre. Cuando alguien le comento que yo también lo hablaba, aprovecho de manera deferente a conversar largamente conmigo, ya que según me confeso: “no tenía muchas ocasiones para practicarlo”.

Este trato particular que recibí de parte de “Su Alteza Imperial”, que así lo llamaban los miembros de la TFP, derivo en que se me dieran algunos privilegios con respecto a los demás participantes del Congreso.

S.A.I.R. Don Bertrand de Orleans y Braganza
Príncipe Imperial de Brasil

Por ejemplo, Cristian Alcalde y yo fuimos alojados en la casa principal de la Fazenda, donde se hospedaban todos los directores de la organización, a diferencia de lo que ocurría con los demás participantes que estaban alojados en habitaciones adaptadas en la ex caballeriza del complejo cafetalero o en pequeños ranchos destinados en su tiempo a los trabajadores agrícolas.

A uno de estos ranchos fue destinado nuestro amigo Pablo Sotomayor, quien tuvo que compartir el alojamiento con integrantes de la delegación boliviana.

Otro de los privilegios que recibí, fue que en más de una ocasión fui invitado a compartir la mesa durante el almuerzo con Don Bertrand y los directores del evento, cosa que no ocurrió con ningún otro asistente al congreso.

El Congreso consistía en conferencias sobre temas religiosos, históricos o de actualidad política, siempre bajo la perspectiva contra revolucionaria, matizada con obras de teatro, juegos (gran énfasis en juegos medievales), oraciones y ceremonias, La idea era mezclar un poco de doctrina con entretenimiento, y hacer un curso intensivo de aprendizaje.

A propósito de juegos medievales, ocurrió un día que nos anunciaron la llegada a la Fazenda de una de las Imágenes originales de la Virgen de Fátima de Portugal. Era una de las tres copias existentes y que había sido tallada según indicaciones de la hermana Lucia, uno de los niños videntes de la Virgen en 1917, y que desde entonces esta Imagen está en el Santuario de Fátima en Portugal.

Lógicamente le imagen es sumamente venerada por los miembros de la TFP, y debía ser transportada sobre un palanquín y escoltada desde la entrada a la Fazenda hasta la capilla del lugar. Para ello nos solicitaron a Cristian y a mí nos vistiéramos con un atuendo medieval de Alabardo, con su respectiva lanza (alabarda) y una pesadísima cota de malla.

El camino que debíamos recorrer hasta la capilla debe haber tenido unos 100 metros de largo, y tenía una pendiente considerable, que además estaba pavimentado con adoquines de piedra lo que lo hacía sumamente resbaloso, más aun con la lluvia que había caído un par de horas antes.

Esa experiencia fue un verdadero suplicio ya que paso más de una vez por mi cabeza durante el trayecto el temor a resbalar y golpear la imagen sagrada con la alabarda, y verme huyendo de los enfurecidos Fiducos por la selva del Mato Grosso.

El Congreso duro algo así como 7 días, pero antes de emprender el viaje  de regreso a Chile estuvimos todavía dos días más en San Pablo, donde nos alojamos en un ex convento benedictino llamado San Bento, propiedad de la TFP, y que era utilizado como residencia de varios miembros de la organización que llevaban allí una vida de estilo muy particular que incluía el uso de un hábito que combinaba la apariencia monástica acompañado de botas y una cadena a modo de cinturón que les daba un aire militar, tipo lo que eran las antiguas Ordenes de Caballería.

En San Bento vivía de forma permanente, pero nunca lo vimos, el hermano mayor de Don Bertrand, el también Príncipe, Don Luis de Orleans y Braganza, Jefe de la Casa Imperial de Brasil, y pretendiente directo al trono. En el hipotético caso que la monarquía se restaurase en Brasil, Don Luis asumiría con el título de: Su Majestad Don Luis I.

En San Pablo realizamos todavía un par de actividades de adoctrinamiento, en una casa quinta que también era propiedad de la TFP, que tenía un gran parque y una enorme casa de estilo colonial, lugar que habían bautizado con el curioso nombre de “Presto Sum” (Estamos Listos), ocasión en la que nos preguntaron derechamente si queríamos ser parte de la organización, a lo que evidentemente respondimos que no.

Luego de esa breve estadía en San Pablo, el grupo emprendió el incómodo viaje de tres días de regreso a Chile, en el mismo camión Chevrolet C30 en que habíamos salido de Santiago, realizando prácticamente la misma ruta que hicimos en el viaje de ida.

Un miembro de la TFP junto a la Chevrolet C30 en la que hicimos el viaje.

Cuando estábamos a un par de kilómetros del puesto fronterizo de Las Cuevas, a 3.550 metros de atura en plena Cordillera de Los Andes, nos detuvo un control de Gendarmería Argentina para informarnos que momentáneamente no podíamos continuar porque se había declarado un incendio de proporciones que afectaba al hotel del lugar y que amenazaba con extenderse hacia otros edificios incluida la Estación de Bencina, con el riesgo que esta explotara ocasionando una avalancha de rocas cordilleranas.

La curiosidad del evento hizo que el grupo bajara del vehículo y comenzamos a subir una pequeña loma desde la cual podíamos ver lo que ocurría en Las Cuevas.

Un joven brasilero de la TFP que nos acompañaba en el viaje de regreso, y a quien habíamos apodado “Pepe Grillo” por su parecido al personaje de la película Pinocho, ansioso por ver el incendio pregunto si podía subir corriendo la loma para poder ver lo antes posible el famosos incendio. Mi amigo Pablo le dijo: “por supuesto, corre nomas”, a sabiendas que por la atura lo más probable era que le afectara hacer el esfuerzo.

Dicho y hecho, al pobre Pepe Grillo le vino un mareo tal, que cayó al suelo completamente mareado, sin saber dónde estaba y hablando incoherencias tales como  pedir ayuda por una radio imaginaria para que lo vinieran a rescatar de la cordillera, porque según decía en su acento portugués: “S.O.S., S.O.S., estamos aislados”. 
Esto obviamente causo la risa del grupo.

Esta aventura juvenil es de las experiencias inolvidables que tengo junto a mis hermanos de la “Cofradía del 11”, porque además de lo que aquí les cuento, vivimos muchas otras pequeñas anécdotas que no quise agregar al relato para no extenderme demasiado, pero pretendo dejarlas para futuros artículos.

Por algunos años mantuve contacto esporádico con los integrantes de la TFP chilena, hasta que con el paso del tiempo alguno de ellos se alejaron de la organización y otros fueron trasladados a otros países, lo que hizo que el contacto fuera disminuyendo hasta desaparecer.

La última foto en Lima

La foto que encabeza  este articulo me la envió recientemente desde Lima mi prima Monica Mayrock, y en  ella aparecen mis abuelos maternos, ...