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miércoles, 9 de septiembre de 2020

La Voz

Era el verano de 1980 y mi padre nos llevó de vacaciones en un increíble viaje que comprendía visitar 4 ciudades en 4 países diferentes: Miami en los Estados Unidos; Rio de Janeiro en Brasil; Montevideo en Uruguay y Buenos Aires en Argentina.

El viaje fue parte de un premio por logros alcanzados que obtuvo por llegar a las metas de venta  anuales en la empresa en la que trabajaba en ese tiempo llamada Agrovet Ltda., en donde  mi padre dirigía el área comercial, y que se dedicaba a la venta de productos alimenticios y veterinarios para la industria avícola.

Mi madre, Ricardo y Yo en nuestro paso por Disney World en Orlando.

Después de nuestro paso por tierra norteamericanas, donde además de nuestra estadía en Miami, estuvimos también en Orlando con la correspondiente visita a Disney World y en una visita relámpago a Nassau, ciudad capital de las Bahamas, arribamos a Brasil alrededor del 24 de enero.

Nos quedamos en un hotel a pocas cuadras de la playa de Copacabana, que si mal no recuerdo estaba en la calle Gustavo Sampaio, y que fue donde me enteré de un evento musical que se iba a realizar en esos días en la ciudad, y que definitivamente yo no me podía perder.

Para explicar el porqué era tan imperdible, debo decir que mis gustos musicales desde muy niño eran bastante diferentes a los de mis amigos, y en general a los muchachos setenteros de mi generación, quienes tenían entre sus músicos favoritos a grupos como Pink Floyd; Led Zeppelin; Deep Purple o Creedence Clearwater Revival.

Yo en cambio era muy seguidor de cantantes angloamericanos que más bien corresponden en el tiempo a varias generaciones anteriores a la mía, como era el caso de Bing Crosby, Dean Martin y por supuesto, Frank Sinatra.

De hecho el primer disco de vinilo que tuve en mi vida, y que me regaló Jaime Ponce Cumplido, primo hermano de mi padre, fue "The Main Event Live From Madison Square Garden" de Frank Sinatra, grabación del concierto en vivo que el cantante realizó el 13 de octubre de 1974 en Nueva York.

Como les decía, en el hotel me entere que ni más ni menos que el mismísimo Frank Sinatra iba a realizar en 2 días más un concierto en  el estadio Maracaná de Río de Janeiro, así que en ese preciso instante me puse en campaña de convencer a mi viejo..... que no era muy aficionado a la música, por no decir que incluso le molestaba.... para que fuésemos al imperdible evento.

Creo que mi papá finalmente aceptó ir al concierto, más que por Frank Sinatra y la música, por conocer el emblemático estadio Maracaná donde Uruguay se había coronado Campeón del Mundo en 1950, en el mítico partido conocido como "El Maracanazo". 

Se me viene a la mente a mi viejo recitando de memoria la formación de los 11 uruguayos que salieron al campo de juego ese dia: Máspoli; González y Tejera; Gambetta, Varela y Rodríguez; Ghiggia, Perez, Migue, Schiaffino y Morán;  los que dejaron estupefactos a las 200 mil almas que asistieron al estadio para ver a Brasil coronarse campeón, y que enmudecieron cuando Alcides Ghiggia convirtió el 2 a 1  en el minuto 79, con el que la celeste derrotó a los locales y le amargó la fiesta a todo Brasil.

Pero volvamos a lo nuestro. Al atardecer de 26 de enero de 1980 nos encaminamos al Maracaná bajo una suave llovizna que nos hacía pensar que si la lluvia se ponía intensa, se podía llegar a suspender el concierto, cosa que finalmente no ocurrió.

Ya en el estadio, nuestros asientos de galería estaban en la plataforma del segundo nivel más o menos a mitad de la fila de asientos de la platea alta, pero como buenos "chilenitos" nos avivamos para acercarnos a la primera fila y quedar ubicados junto a las barandas de la platea que nos deba una mejor vista del estadio y sobre todo del escenario en forma de estrella dispuesto en el centro de la cancha de futbol.

Frank Sinatra sobre el escenario en el estadio Maracaná de Rio de Janeiro

Al momento de subir al escenario, "La Voz" era un hombre de 64 años de edad y llevaba más de cuatro décadas de una exitosa carrera artística. Era una figura más que consagrada a nivel mundial.

El cantante abrió el concierto con una canción especialmente dedicada a los brasileños, con el tema The coffe song  "Tey´ve got an awful lot of coffe in Brazil", que  él mismo  grabó en 1946, pero que  no solía interpretar nunca en vivo, así que fue todo un regalo para el público asistente al Maracaná.

A continuación interpretó I´ve got the world on a string; A long last love y The lady is a tramp para continuar con las baladas Someone to watch over me, y la romántica Something de The Beatles, compuesta por George Harrison.

Mientras Sintra interpreta My Way, su caballito de carrera, logró burlar a los equipos de seguridad y saltó sobre el escenario para besar en la mejilla al cantante, José Alves de Moura, un taxista más conocido como "El Besuqueiro" un besador serial que atacaba en los grandes acontecimientos besando a las figuras deportivas o artistas por sorpresa.

Tras el incidente Sinatra volvió a su repertorio con Strangeres in the night, seguida de Let my try again; I´ve got you under my skin y The song is you. 

Luego para el agrado de los asistentes locales, Sinatra continuo con Corcovado (Quiet nights of quiet stars) del compositor brasilero Antonio Carlos Jobim, que el público recibió de forma delirante.

Continuo con My kind of town y la balada April in Paris, para terminar el concierto y una noche inolvidable con New York New York.

Aquella noche en el Maracaná es sin dudas el concierto que más he disfrutado de todos a los que he tenido la ocasión de asistir en mi vida, aunque debo reconocer que el audio no era de la calidad de los que se pueden disfrutar en los conciertos actuales.

Aun conservo las cuatro entradas al concierto de Frank Sinatra en el Maracaná.

Hasta ahora, durante mis sesenta y tantos años de vida, nunca he conocido a otro chileno ....salvo mis padres y mi hermano... que haya estado en un concierto en vivo del legendario Frank Sinatra, privilegio que solo deben tener muy pocos  de mis compatriotas.

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