A fines de los 60 y hasta mediado de los 70, mi padre
trabajaba en una empresa llamada “Guías y Publicidad de Chile S.A.”, filial de
la internacional ITT, quien le prestaba servicio a la Compañía de Teléfonos
para publicar las guías telefónicas y las de las páginas amarillas en todo el
País.
Él se desempeñaba allí como Supervisor de Ventas, y su
trabajo consistía en dirigir un equipo de ventas de los avisos publicitarios que
se publicaban en las Páginas Amarillas, para lo cual tenía que viajar tres o
cuatro veces al año con un grupo de vendedores a su cargo a las diferentes
ciudades del País, y permanecer ahí por algunas semanas mientras visitaban clientes
y cerraban los contratos de todos quienes quisieran publicar el aviso
publicitario.
En numerosas ocasiones mi madre, mi hermano y yo viajábamos
para acompañarlo en los últimos días de sus “campañas” en provincia, para finalmente
regresar todos juntos a Santiago. Fue así como siendo muy niño conocí ciudades
como Concepción, Valdivia, Temuco, La Serena, Arica y Antofagasta, las que
visitamos en algunos casos en más de una ocasión.
En junio de 1970 mi padre estaba justamente en una de estas
campañas en la ciudad de Antofagasta, a la que como era la costumbre íbamos a
viajar para encontrarnos con él y pasar unos días en la “perla del norte”,
ciudad además que íbamos a conocer por primera vez.
Teníamos pasajes en avión, pero una huelga prolongada del
personal de LAN Chile, hizo que después de varios intentos de abordar el vuelo
sin éxito, y sobre todo aburridos de partir cada mañana al aeropuerto sin que
pudiésemos viajar, hizo que finalmente saliéramos al norte en un automóvil de
los llamados “Taxi del Aeropuerto” que ofrecía el servicio a la salida del Pudahuel,
aprovechando la huelga.
El viaje de dos días en auto cubriendo los 1.500 kilómetros
que separan Santiago de Antofagasta fue una agotadora aventura, que culmino
cuando llegamos al en esos años imponente Hotel Turismo, hoy llamado Hotel
Antofagasta.
Hotel Turismo de Antofagasta en una foto de 1968.
Gentileza Colección Claudio Galeno
En los paseos por la ciudad, y como estábamos próximos a las elecciones presidenciales que
se realizarían en septiembre de ese año, recuerdo que en una casa próxima a la
Plaza de Armas dimos con la sede local del candidato Jorge Alessandri, en la cual
nos regalaron afiches y material propagandístico, que trajimos de regreso a Santiago, y pegamos
en las paredes de un “Club” que teníamos en la pieza de servicio de mi casa.
Después de pasar un par de días en la ciudad y disfrutar de
las instalaciones del hotel que incluían su piscina y playa exclusiva, mis
viejos planificaron el regreso a Santiago que se complicó por que la huelga de
la línea aérea continuaba y se veían pocas posibilidades que esta terminara
pronto.
La única posibilidad que se presentó para que el equipo
completo pudiese regresar a Santiago dentro de los plazos estipulados, fue que
viajásemos en barco desde el puerto de Antofagasta hasta Valparaíso, y de ahí
regresar en tren a Santiago.
Había en esos años tres barcos de pasajeros de la empresa “Italia
Società di Navigazione” bautizados con nombres de compositores de música
italianos: VERDI, DONIZETTI y el ROSSINI, motonaves que cubrían la llamada “ruta
sudamericana” entre los puertos de Génova en Italia, y a través del canal de
Panamá, llegaban hasta Valparaíso en Chile.
Los barcos salían alternadamente desde Génova y pasaban por
los puertos de Nápoles, Cannes, Barcelona y Santa Cruz de Tenerife en Europa,
para luego cruzar el Atlántico y en Sudamérica hacer puerto en La Guaira,
Curazao, Cartartagena, Cristóbal, Buenaventura, Guayaquil, Callao, Arica,
Antofagasta y Valparaíso, llegando eventualmente también a San Antonio.
MN Donizetti de la Italia Società di Navigazione
Nuestra estadía en el norte coincidió con el arribo de la MN
DONIZETTI, al puerto de Antofagasta, así que mi padre compro los pasajes
correspondientes para todo el equipo de vendedores de Guías y Publicidad, con nosotros
incluidos, y abordamos el barco al mediodía
del sábado 20 de junio de 1970.
Viendo hoy las viejas fotografías del barco, este no era tan
grande como los gigantescos cruceros actuales, pero en esos años y para mí que
tenía apenas 11 años de edad, el Donizetti me pareció una nave gigantesca.
Una vez instalados en nuestro camarote, y mientras el barco
lentamente dejaba el puerto y comenzaba su navegación hacia Valparaíso, empezamos mi hermano Ricardo y Yo
a recorrer las distintas cubiertas del barco, lo que era toda una aventura.
En nuestro recorrido dimos en una de las cubiertas con una
sala de cine, a la que no dudamos en entrar a ver una película que ya no
recuerdo. La cosa es que con el encierro bajo cubierta y el movimiento del
barco, hizo que Ricardo se sintiera con mareo y de pronto saliera corriendo del
cine en busca de un baño.
Ver a mi hermano descomponerse, hizo que yo me
descompusiese también y terminamos los dos completamente mareados, lo que nos obligó
a salir del baño directos a nuestro camarote donde tendidos en las camas nos
fuimos sintiendo lentamente mejor, pero no salimos de ahí hasta la mañana del día
siguiente.
La familia Cumplido Mayrock a bordo del Donizetti.
El día siguiente no era un domingo cualquiera, se jugaba en el
Estadio Azteca de México la final de la
Novena versión de la Copa del Mundo, entre la que para muchos fue la mejor
selección de Brasil de la historia, que integraban entre otros, Gerson; Tostao;
Carlos Alberto; Jairzinho; Roberto Rivelino y el gran Pele, quienes debían enfrentar
a la “squadra azzura” de Italia, capitaneada por Giacinto Facchetti, y con figuras como Sandro Mazzola y Luigi
Riva.
La tripulación del Donizetti integrada casi en su totalidad
por italianos, estaban pegados a los radiotransmisores siguiendo cada uno de
los detalles del partido y obviamente apoyando al seleccionado de su País.
Todos saben hoy que esa final la gano el extraordinario
seleccionado de Brasil por 4 a 1, pero lo que tengo grabado en mi cabeza de ese
momento fue el estruendoso grito de júbilo de los marineros italianos cuando en
el minuto 37 de partido, el delantero Roberto Boninsegna logra el empate
parcial, después de que Pele había abierto el marcador a favor de Brasil con un
impresionante gol de cabeza en el minuto 18 de partido.
Pero la alergia no les duro mucho a la tripulación del Donizetti,
porque ya comenzando el segundo tiempo, Gerson en el minuto 66; Jairzinho en el 71 y Carlos Alberto en el 86, convertirían
los inolvidables goles que consagrarían a
la “Verde Amarela” como campeona del mundo por tercera vez en su historia.
Las caras largas y el ambiente de derrota se sentía en cada
uno de los miembros de la tripulación del barco, a quienes cualquier cosa que hacíamos con mi hermano como
buenos niños inquietos, les molestaba de sobre manera y nos llamaban
bruscamente la atención en un idioma para nosotros imposible de entender.
Mi hermano Ricardo con 9 años, sobre la cubierta de MN Donizetti,
Arribamos al muelle Prat de Valparaíso en la mañana del
lunes 22 de junio, para después de los tramites de rigor, desembarcar y dirigirnos a la entonces llamada “Estación Puerto” de la que salía el tren que
nos llevaría de regreso a Santiago.
Este, mi primer viaje en barco, es de los momentos inolvidables que me toco vivir en compañía de mi familia, siendo apenas un niño, y que por mucho tiempo fue un motivo para contar entre mis amigos, en una época que navegar en tu trasatlántico era una experiencia reservada para pocos.